Somos como pajaros en una rama, no sabemos si debemos partir...Podemos llegar lejos, podemos descanzar en cada barda estando mojados, o quizas desistir en el intento de alcanzar un buen vuelo.
Rox termino de tomar un baño. El frio intenso de la calle hacia que su cuarto se llenara del vapor denso de la regadera y le daba la oportunidad de camuflajearlo con el adictivo humo de su cigarrillo. En la bruma del sueño habita siempre su sueño. En el hay un castillo bien cuidado, una sala antigua con sillones estampados, libros de poemas jamas leidos y pupitres, esos de antes que suelen ser mas duros que su caracter. Ella sueña en tonos sepia. Hay una gran ventana en su cuarto desde donde se puede ver un árbol y en el árbol un pájaro dorado. Una voz le dice que aprenda del pájaro, que imite su vuelo. El pájaro vuela balanceandose de rama en rama sin miedo, en un vuelo horizontal. Un vuelo invertido repleto de sabiduría. La voz dirige el aprendizaje. Hasta que ella advierte la presencia de ese cuerpo, tan cerca, que es un magnetismo que la invita a quitarse la bata. Y lo hace. Desnuda frente a la ventana el pájaro la mira. Ella cierra los ojos. Es el instinto del cuerpo para dar paso a los otros sentidos. La voz vibra por su espalda. Son notas, es música. Su piel está repleta de lenguajes que erizan cada cabello en su cabeza. Cuando abre los ojos, es ella en el árbol, los brazos desplegados tan largos como su horizonte, sus pecho libre, sus pies encajados y se lanza de una rama a la otra en vuelo horizontal espectacular. Y vuela. Y el viento llora. Cuando Rox se da cuenta que escribo en Pajaros mojados , sonrìo y sigo escribiendo en la pasta de ese viejo cuaderno tirado en mi tapete... Aùn de noche cuento con sus sueños y miradas. En la ventana, un pájaro amarillo esta mirando esta escena, curioso como Rox, alarmado como un gato, nadie me entiende; pero los pajaros somos nosotros, las ramas aun no las descubro...
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